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Las actividades humanas han reducido la biodiversidad a escala mundial, nacional y regional y continúan. Esto se manifiesta en la pérdida de poblaciones vegetales y animales, en la extinción y en el agotamiento de especies y en la simplificación de comunidades y ecosistemas. Hay dos formas de evaluar el agotamiento de la biodiversidad: la investigación y la observación directa y la elaboración de teorías de lo que puede ocurrir sobre la base de lo que actualmente se sabe.

Un análisis  revela que desde el comienzo del siglo XVII se han extinguido unas 600 especies. Cerca de las tres cuartas partes de estas extinciones conocidas han ocurrido en islas, como consecuencia de la ocupación humana; las causas han sido la sobreexplotación, la destrucción de hábitats y el impacto causado por la introducción de animales. Las extinciones registradas han aumentado mucho desde principios del siglo XIX hasta mediados del XX. Cerca de 6.000 especies animales se consideran amenazadas de extinción porque está disminuyendo el número de individuos que las forman, porque se están destruyendo sus hábitats a consecuencia de la sobreexplotación o porque, sencillamente, se ha limitado mucho su área de distribución.  Observaciones de campo han confirmado que hay una relación entre el tamaño de un área y el número de especies que contiene. Una generalización sugiere que si una mancha de hábitat se reduce hasta la décima parte de su superficie original, es probable que pierda la mitad de las especies que tenía. Numerosos individuos, organizaciones y países han trabajado en las últimas décadas para identificar poblaciones, especies y hábitats amenazados de extinción o degradación y para invertir estas tendencias. Los objetivos comunes son gestionar más eficazmente el mundo natural para mitigar la influencia de las actividades humanas y, al mismo tiempo, mejorar las opciones de desarrollo de los pueblos desfavorecidos. Muchos conservacionistas esperan que la historia demuestre que el año 1992 ha constituido un punto de inflexión. En junio de ese año se presentó a la firma el Convenio sobre la Diversidad Biológica en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, celebrada en Río de Janeiro. El Convenio entró en vigor a finales de 1993, y a principios de 1995 lo habían firmado más de cien países; esto significa que están de acuerdo con sus fines y que harán todo lo posible por cumplir con sus disposiciones.

Estamos en el 2007 y aun no le damos importancia real,  ni queremos darnos cuenta de lo que le estamos haciendo a la tierra, a nuestro hogar, a nuestros hijos, si no es el hombre quien haga el cambio quien lo hará? Parece que los grandes países desarrollados están desviando su atención sobre no perder su poder económico o bélico, pero… y los convenios, las promesas, las llamadas de alerta? Parece que esperamos perder nuestra oportunidad de cambiar nuestro destino, para luego decir…si hubiéramos…. O que bella era antes no? Y vernos enseñando una foto vieja  a nuestros nietos cuando la tierra aun era un lugar seguro.